Porque, hoy, querida vieja, cumplís años. Treinta y cuatro años. Como siempre decimos
¡dejate de joder! ¿tan viejo te vas a poner?. Pero bueno, cumplir años, crecer es parte del ciclo de la vida. Hoy quiero agradecerte por todo lo que hiciste por mí. Sé que me brindaste y me brindaron -todos los que estaban y están- todo el amor y el cariño desde que te enteraste que ya no eras una sóla, sino que compartías cuerpo con otro ser, que estabas gestando uno. Porque por mi hacés cosas que son inimaginables, porque te desvivís -junto a papá- a diario por darnos -a mi y a mi hermano- lo mejor. Porque no sos sólo mi vieja, sino que sos mi consejera, mi amiga, mi hombro de lágrimas, el cofre de la experiencia y sabiduría. Porque más que nadie estás ahí cuando no me siento bien, porque me apoyás en las cosas que me propongo, porque me advertís y -cuando no te hago caso- me dejás caer, sólo para que aprenda la lección; pero no me dejás en el piso, me levantás, me limpiás y me das las fuerzas para seguir adelante. Porque aunque empiezo a caminar sola por la vida, vas a estar siempre a mi lado -aunque sea, espiritualmente-. Porque no puedo pedir mejor madre que la que el de arriba me dió. Porque aunque nos peleemos, no tengo nada que reprocharte. Porque te amo mucho y te debo la vida, porque sin vos no sería lo que soy hoy.
¡Feliz cumple, mamu!
Porque esta foto se PAAAAAAAAASA en gracia,
y refleja lo que sos. Una mujer que se divierte como una
pendeja de quince. ¿Qué hacéeeeeeees, espiritu vivaz!?