Entonces llegaste vos,
con tus aires de señor,
y sin pedirme permiso,
me robaste el corazón.
No queda un sólo rincon
sin invadir con tu olor.
Me tocaste y ya sabías,
que en tus redes yo caía.
Hoy, camino al super, no pudimos evitar pasar tu casa. Tampoco pudimos evitar -digo pudimos, porque mi mamá también lo hizo- mirar a tu puerta. Yo miré para abajo con tristeza y hasta con un poco de melancolía. Mamá solo se quedó callada.
De más está decir 'te extraño'
y el resto de cursilerías.