Noche melancólica de la mano del señor de las mil canciones fabulosas, Gustavo Cerati. En este momento, me encantaría estar en cualquier lugar menos en mi habitación. Me gustaría estar con mi libro (Actualmente, "El código Da Vinci") con mi lista de reproducción en la terraza, alejada de toda presencia humana, disfrutando de la brisa de la noche.
Creo que todo volvió en cuanto leí eso que escribiste -ésto que hacemos y nos gusta a los dos-, éso que te trajo de vuelta a mi cabeza, a mi presente. Lo dice el refrán "él que busca donde no debe, encuentra lo que no quiere" y así me pasó a mí... Y acá estoy, deprimiéndome por un puto conjunto de palabras bien sincronizado, palabras que se sintieron bien cuando imaginé que iban hacia mí pero que destruyeron un mundo de fantasías para darme cuenta de que me llevó el viento, algo me sacó de la escena de un soplido, todo fue algo pasajero. Como un mal extra en una pelicula que no puede concentrarse, me hechaste antes de terminar la primer escena, luego de ilusionarme con algún futuro, de pintarme alguna realidad paralela, alguna que tal vez, con mi malinterpretar de tu accionar, yo misma armé...
Sos lo que busco... hasta se podría decir lo que quiero para mí. Sos el modelo perfecto, como si hubieses sido tallado a mano incluyendo muchos -por no decir todos- mis gustos personales. Sos la clase de persona que espero, la que busco y buscaré en un futuro cercano, alguien que encaja perfectamente...
Siempre tuve en claro todo, tuve en claro lo diferente que eran -y son- nuestras vidas, nuestros horarios, nuestros circulos intimos, nuestras metas y propios objetivos. Nunca nublé la realidad, por ahí fantaseo pero siempre pienso de que esto es un tanto imposible... Y eso duele. No se si mucho, pero duele. ¿Sabés lo que daría por tener vidas similares? Por lo menos en algunos puntos... Pero el aquí y ahora me impacta, dandome a conocer -una vez más- la complejidad de todo este asunto.
La realidad me golpeó.... otra vez