Hablar del futuro me emociona y a la vez no. Me aterro cada vez que escucho que me quedan dos años para terminar. Van a decir '¡Ay, esta pendeja es una exagerada!' pero, es así. Yo sé que, después de Julio, despues de mi hermosa visita a Miami y a Orlando (esa que vengo esperando hace dos años), las cosas van a ir mucho más rápido de lo que ya están yendo. Va a llegar noviembre, voy a rendir los finales y ¡pum! terminé inglés, ese curso que parecía que nunca iba a terminar.Va a empezar quinto. Vamos a empezar a hablar del viaje, a hacer cosas para juntar plata, los buzos, qué seguir, TODO. Después sexto y, ¡chau secundaria! Osea, ¿por qué las cosas buenas duran tan poco? 'Pemura en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero' diría Alejandro Dolina... Entonces, si el secundario es una etapa tan linda, ¿por qué se te escapa de las manos?
A todo ésto, este tema llega porque, hace un par de horas, me encontraba en lo de una de mis amigas haciendo una chocotorta con dos más de las chicas -en total eramos cuatro-; y no sé cómo carajo salió este tema de conversación. Como siempre, las típicas preguntas: ¿y ustedes que quieren seguir? ¿y donde se van a ir a vivir? Y todas con cosas diferentes. "Yo tengo departamento en Córdoba." "Yo en Buenos Aires." "Yo en Rosario" "Yo no sé si me quiero ir".
-No quiero crecer, quiero quedarme para siempre en esta edad
-Seventeen forever, como dice la canción.
-No, con dieciseis y así vivir de por vida.
Lástima que éso no se puede hacer, muchachas. Lástima...